viernes, 27 de julio de 2007

Mujeres desesperadas con (más o menos) sexo en Madrid

Con motivo del cumpleaños de mi jefa, tuve el placer de compartir mesa y risas con sus amigas: un grupo de mujeres de treinta más diez y sigue sumando... pero divinas que se han ido encontrando por el largo y estrecho camino de la vida. Ex compañeras de trabajo, vecinas... pero todas amigas al fin y al cabo. El nexo en común a pesar de las diferencias... la oxitocina. Y es que las mujeres cuando nos juntamos liberamos grandes dosis de esta hormona tan maja que nos hace ser felices. Y ayer la susodicha se olía en el ambiente.

No os voy a mentir. No hablamos de la beatificación de Juan Pablo, ni de la cuadratura del círculo... A la oxitocina le dio por ser frívola esa noche y el tema central fueron LOS HOMBRES. Y es que no se puede juntar a un grupo de diez mujeres, unas casadas, otras solteras, otras divorciadas... y no caer en la tentación. Otro grupo se decantó por el tema estético, pero (voy a ser malvada) de momento nada me cuelga, todo está más o menos en su sitio, liso y tirante (aunque con lo que me reí alguna que otra arruga hará su aparición antes de cumplir los treinta seguro).
Yo como siempre y aunque estoy muy bien servida por ahora en ese terreno y nunca está de más aprender algo... me decanté por el omnipresente tema del “amor”.

Para resumir: A pesar de los años... a pesar de que las vidas, mujeres y hombres son distintos... yo me pregunto... ¡joder! ¿cómo es posible que siempre hagamos todas lo mismo? Da igual que hayan pasado diez o veinte años... TODAS nos quejamos de lo mismo. Yo desde mi aún bajo escalón, ruego a las que están un poco más arriba y que considero más sabias que nos iluminen un poco el camino para no tropezar. Que por aquí a veces está muy oscuro.

Ayer conocí a una Susan Mayer (por torpe según dicen), a unas cuantas Carry Bradshow y Gabrielle Solis (por los zapatos, aunque en realidad sólo una puede alzarse con el título al ser la feliz poseedora de unos Jimmy Choo, qué envidia), algunas Bree Van de Kamp y Miranda Hobbes (¿acaso no somos en alguna ocasión todas mujeres perfectas?), más de una Lynette Scavo (hijos, responsabilidad, trabajo... buff), un par de Samantha Jones (¿por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?) y una Charlotte York (creo en el amor y... ¡quiero casarme!).

Y es que en el fondo, todas llevamos dentro un poco de cada personaje.



PD: Volviendo a casa a las dos... a las seis y media estaba haciendo cola para sacarme el **** pasaporte. Dos horas esperando fuera (menos mal que con mi moreno y si te sientes idiota en compañía, te sientes mejor, no ser porqué) y una hora dentro para que luego la funcionaria de turno intente ligar con tu chico... Hay que joderse.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Todos aprendemos algo nuevo cada día y creo que nuestra rubia aprendió lo importante que es "crecer" cuidando que tarden en aparecer los "signos" (esto va por lo de abandonar el piji-gym, así como toda actividad deportiva, confiando en que la imagen que hoy ve en el espejo va a durar... y durar.....)
Gracias, querida rubia, por encontrarnos espléndidas y por darnos la frescura de tus 25. El nivel de oxitocina sube según vamos sumando experiencias y como has podido comprobar nuestro tema estrella siempre será el mismo generación tras generación: La diferencia genética entre ellos y ellas.
¿Qué sería el mundo sin ello? Aburridoooooo....A mí me gusta así.

Rubia dijo...

¿Y sin los Jimmy Choo? ¿O los Manolos? ¿Qué sería de los sueños sin ellos? ¿Sin mi Prada?

Ayayay... no me lo quiero ni imaginar.

¡Viva nosotras!