domingo, 21 de febrero de 2010

Cosas de niños

Si es que con ellos da gusto. Les llevas al cine y les encanta. Y recuerdas cuando fue la última vez que te hizo tanta ilusión que la princesa (que pone un negocio propio) se case con el principe. Y te vuelves pequeña también y gritas por el hall de entrada y vas corriendo a ver los trailers y te comes un bol de palomitas mientras miras fijamente, para no perderte nada, la gran pantalla. Nunca una película tiene tantos comentarios que no te importan: "pero mamá qué pasa ahora?", "pero no se muere no?". O ves las fotos de la pequeña miembra de la familia partirse de risa y en la lejanía, te la comes. Y más cuando la oyes reir o te cuentan que se levanta casi todos los días con una sonrisa en los labios. ¿Cuándo fue la última vez que me pasó eso? Y mira que a mi me hace ilusión que salga Fotogramas cada mes o que el moreno me de un beso espontanéo, pero al nivel de los pequeños de la casa, no llego. Como nuestro pequeño can, que será eternamente un niño, que todos los días te despierta encantado de la vida y le hace ilusión comer todos los días lo mismo o que le lances el mismo juguete una y otra vez. Ellos son así. Felices. Y da gusto verles.

domingo, 14 de febrero de 2010

De perdidos al río

Este año de estudio en el que me siento mayor, parece ser práctica del grupo el hacer trabajos kamikaces. Me explico: si el profesor no da unas pautas exactas, te sales por la tangente y haces el trabajo que te da la gana. Dicho y hecho. Lo mejor es que no me da ni miedo, ni vértigo hacer este tipo de cosas. Y se agradece. Será una de las cosas buenas de la edad. Tengo dos trabajos con títulos arriesgados, pero sin desarrollo, esperando, impacientes. Eso es empezar la casa por el tejado. Y un tercero recién entregado con portada perfecta cortesía de la compi firmante y lleno de viñetas de Maitena. Y es que hablando de maternidades y de nuevos roles femeninos no he podido evitarlo. En realidad todos los trabajos podrían perfectamente formar parte de este blog, porque me di cuenta, a tiempo, que mi tono académico es muy poco profesional. Así que... de perdidos al río, estoy haciendo un máster de lo más literario. El moreno flipa muchísimo porque eso en su cabeza de ingenerio no encaja. Sólo espero que entre risa y risa de los profesores, me pongan buena nota. Aunque sorprendentemente ya no es lo que más me importa. Madre mía, cómo se cambia con la edad. Miedo me doy.

domingo, 7 de febrero de 2010

Así da gusto trabajar

Una de las cosas que todavía no entiendo del moreno es que le guste el fútbol. A él no le pega y a mi no me gusta. Si las cosas fueran como debían ser, el fútbol no tendría presencia en nuestro hogar, pero como el ser ingeniero no está reñido con que gusten ciertas cosas, ayer sábado tocó noche de fútbol en casa. Repito: como a mi no me gusta, preparo cositas ricas para picar para que la cosa sea más llevadera y "acompaño" al moreno en su proceso de ocio. Como dice él, como comentarista yo no tendría precio: "Miralé cómo corre", "Uy has visto al niño de la primera grada?", "Madre mía, pero que fea es esa equipación no?"... Pero hasta que se den cuenta los de la Sexta de mi potencial para retransmitir, ayer me dio tiempo mientras veía de reojo el partido al tiempo que leía, en lo curioso que sería que al resto de humanos nos pasará lo mismo que a los futbolistas cuando trabajamos. Que cuando entres en la oficina, te vitoreen y te digan cosas bonitas (y feas los que no te quieren allí). Que cuando hagas bien una nómina, un balance, una nota de prensa, un cálculo... te aclamen las masas a tu alrededor. BIENNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNN!!!!!!!!! PEDAZO DE TRABAJADOR ESE PITITA!!!!!!!!!!!!!!!!! Y que cuando te vayas a tu descanso te aplaudan y tengas que saludar a tus fans. A la salida del curro tendrías periodistas agolpados para preguntar qué tal te fue y qué impresiones tienes: "Bueno, se nos ha resistido al principio pero parece que al final el balance de contabilidad ha salido. Estamos orgullosos". Es que trabajar así es otra cosa. Así da gusto.

sábado, 6 de febrero de 2010

Me dan ganas de...

... vomitar. Hoy la cosa va de vómitos. Míos no. No soy persona de vomitar. Yo me suelo quedar las cosas dentro aunque me vuelvan del revés. Evidentemente en los tiempos que vivimos hay muchas cosas que me dan ganas de soltar de todo por la boca, pero en este caso hablo un poco más de perros. En este caso, del canino que comparte piso con nosotros. Después de una operación a lo Belén Esteban, donde le han hecho los agujeros de la nariz más grande (como a ella no?), con la intención de que dejara de vomitar, la cosa está así: debe ser un trastorno bulímico, si es que eso existe en los perros. No es normal lo que este suelta por la boca. Los rollos de papel tamaño industrial se amontonan junto con los folios que nos regaló mi padre. Pero esos sí que se gastan a velocidad asombrosa. 200 gramos de comida diaria dan para diez "potas", casi seguro. Sin hablar de las de "solo agua" o "solo baba". Suena asqueroso, lo se, pero el perro lo compensa con toda la simpatía que puede. Vomita y luego viene a darte besos en la cara. Y si sumamos que como consecuencia de la operación toma cinco pastillas cada 12 horas,  puedo afirmar que este perro cada vez se parece más a una modelo internacional, tipo Kate Moss. Lo único bueno es que ronca menos, aunque sigue haciendo ruidos, incluso diría que a veces entre pitos y respiraciones fuertes me pide unos manolos.

jueves, 4 de febrero de 2010

Quien tuvo, lo sabe

Quien tuvo un animal en casa, lo sabe. Y no me refiero a hormigas o cucarachas. Hablo de mascotas. Esos seres peludos (o no) que adoptas y se convierten en una parte de tu vida, esencial por su omnipresente presencia. Son como una prima o primo que, pensando que se iban a quedar un par de días, se instalan para siempre. Y es verdad que es duro, quien tuvo, lo sabe. Es duro al principio porque te pasas el día recogiendo pises y echando broncas. Es duro en medio porque te pasas años levantándote temprano, haga sol, lluvia o nieve; o se ponen malos y te dan sustos. Y es duro al final porque se te rompe el corazón. Literal.
Nunca pasé por esto antes, y creo que no me he sentido tan triste como ahora. Porque con las personas discutes, te alejas, puedes llevarte bien o no del todo mal, pero un perro, hasta el final, te quiere con locura. Te piden tan poco y siempre te dan besos, una relación perfecta. Lo que nunca puedes asegurar de un humano. Serán simples, pesados, soltarán pelo, darán alergia, vomitarán, ladrarán, comerán basura, te romperan cosas... pero nada importa, porque ellos simplemente te quieren. Son los mejores amigos siempre, sin dudas, ni vacilaciones, sin novios o novias que les alejen de ti, sin cabreos que te salpiquen, sin mosqueos... Los mejores amigos, todo el día, toda su vida. Vida corta en exceso. Una gran pena. Es difícil despedirse de ellos en ese último momento, pero se lo debes: ellos siempre te saludaron y despidieron cuando estaban en casa.
Me guardo casi trece años de grandes recuerdos y trato de olvidar el momento tan horrible que fue decirla adiós. Quien tuvo,  lo sabe.

In memoriam
Nica 
Agosto 1997-Febrero 2010