Viaje a Berlin o ¿Por qué en los Starbucks de allí venden más bollería?

Salchichas y cerveza. El Museo de Pérgamo y Checkpoint Charlie. El Muro y el Barrio Judío. La catedral y el río. Los alemanes beben constantemente cerveza por la calle y todo está más limpio. Los precios similares. Qué bonito es todo, aunque cuando estás de vacaciones lo ves todo con otros ojos, con los ojos de quien está relajado, quien no tiene nada que hacer más que disfrutar, quien no coge el coche y tiene que aparcar y no encuentra sitio y se pasa una hora dando vueltas, quien no coge el metro en hora punta, quien no madruga (y si lo hace es para pasear, comer, reir, visitar...). Los muñequitos de los semaforos son muy graciosos. Los centros comerciales impresionantes. El Mango y el Zara: iguales. Cosas de la globalización. (Soy una chica. Tengo que entrar a comprobar ciertas cosas ¿vale?)

Lo bueno: los alemanes saben tan poco inglés como los españoles, y la incomunicación está más nivelada. No te sientes tan estúpido hablando en un idioma que es de un tercer país. Cosas de la globalización.

Lo más impresionante: la variedad de bollos y chucherías que tienen los Starbucks. Pareceré una loca pero me dejó sorprendida y sobre todo indignada el hecho de que aqui no tengan tanta variedad. ¿Es que acaso los españoles no nos merecemos los mismos dulces? ¿es que acaso los españolitos no somos capaces de engullir como alemanes? ¿por qué menosprecian nuestra capacidad de consumir y tragar? Definitivamente... parezco una loca. (pero es que estaba tan rica la cookie de arándanos y chocolate blanco... ummmmm).

Lo mejor: se me ha quitado el miedo a volar. Como vino se fue.
Como vine, volví. Bueno, mejor porque viajar siempre enriquece el espíritu... aunque empobrece la cuenta corriente. Pero sin duda... merece la pena.