Sigo aquí, sin nada que hacer.
He limpiado mi mesa, tirado un millón de papeles (¡cómo pueden caber tantas cosas en estos cajones!) y hecho inventario.
En el primer cajón tengo:
- Basicos de oficina: goma, grapadora, grapas, clips, un brillo de labios, chicles, un imán de un oso amoroso (¿?), bálsamo de tigre, Redoxon C, Gelocatyl y un rodillo quitapelos.
En el segundo cajón tengo:
- Té, azúcar, un neceser con toda las cosas de mi vida en versión mini, galletas, after-eigth, chocolate negro 70%, una bola antiestrés con forma de moneda de un euro.
Encima de mi mesa tengo:
- Dos tazas llenas de bolis, una postal que pone ¿Piensas escapar?, una caja llena de violetas, cinco tacos de post-it, crema para manos Dove, un calendario de esos de pasar los días (madre mía, cuanto queda), folios y carpetas y una nariz de payaso.
En mi cabeza tengo:
- Un corte de pelo que está en la fase:
a) ¿me lo corto?
b) ¿me lo rapo?
c) ¿me corto la cabeza?
- Un bien conseguido dolor de cabeza.
- Un deseo irrefrenable de clavarme un boli bic en el ojo.
¡ME QUIERO IR A MI CASA! (1)
Snif, snif (2)
Bueno, en una hora me voy, se pongan como se pongan (¿quien? ¡SI NO HAY NADIE!) (3)
He pasado por todos los estados de la depresión oficinista:
(1) Ira
(2) Desolación
(3) Resignación
Deseo que vuestras vivas sean mucho más interesantes que la mía.
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