Cómo pasar una tarde entre amigos o Taller de Repostería en la Cocina de
las Maravillas
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Parece que merendar es de niños. ¡Pues no! Merendar es de todos los que les
suenan las tripas a partir de las 17 de la tarde. Y eso reivindicamos en el
últ...
jueves, 1 de octubre de 2009
Cosas de madres
Todas las mujeres llevamos una madre dentro. Cuando eres pequeño no lo sabes y por supuesto jamás pasaría por tu cabeza que tú pudieras repetir los pasos de tu madre. Pero te vas haciendo mayor y esa madre interior, florece. Y florece con fuerza, más dura que la propia. Empiezas siendo capaz de dar besos de madre, de esos que suenan mucho. Un MUAC en toda regla. Luego cocinas y compras como una madre: nada de chucherías que luego no comes, hoy pescado, come fruta que no comes nada... Y luego el caŕacter de madre. Un ejemplo. Cuando era jovencita y vivía con mis padres, jamás ponía el papel higiénico en su lugar. Siempre lo dejaba fuera de portarollos. No recuerdo cuántas veces mis amantísimos padres pudieron decir, gritarme, mandarme que lo pusiera en su sitio. Yo, como quien oye llover. Ahora soy yo la obsesionada con los rollos de papel. En el baño, como en el resto de la casa, todo tiene su lugar y si el moreno decide alterar su estado... Apaga y vámonos. Saco mi dedo de madre, ese que te atraviesa como un rayo, que te apunta ferozmente, que sin palabras, amenaza. Pero con quien más utilizo y entreno a la madre que llevo dentro, es con el perro. Los mentirosos adiestradores (incluyo al encantador de perros de la tele, de quien cada vez estoy más convencida que da peyote a los perros porque sino es imposible lo que hace) te dicen que a un perro no le debes gritar, que con un tono autoritario es suficiente. Mentira. A Otto le he hablado de todas las maneras posibles y nada es tan efectivo como un buen grito de madre. De esos que acojonan. Que Otto está pesado y no para de ladrar, un grito bien puesto que le agacha las orejas y se queda como una balsa. El moreno lo ha intentado pero todavía no le ha salido el padre que lleva dentro, por lo que cuando no se hace con el perro, me pide que saque a la madre. Y la verdad es que doy miedo. Luego me siento mal y hay veces que me asusto a mi misma, y el moreno y Otto me miran acojonados, bien calladitos, comiendo fruta y colocando el papel higiénico en su sitio.
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2 comentarios:
Jajajaj!!Muy bueno Rubia. Suscribo al cien por cien que todos la llevamos dentro (la madre).
Sólo un consejillo de idem: cuando lo seas de verdad, NUNCA grites. O te sorprenderá lo rápido que son capaces de imitarte. Recuerda, somos espejos.
Besos.
también has hecho lo de dar el yogur y limpiar el culete..
opino que otto a ladrar está gritando, y es lo único que puedes hacer..;)Pero que voy a decir yo que tuve esa relación catártica en castelló..
besitos,
pd.cara,tú nunca das miedo;)_
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