viernes, 2 de octubre de 2009

Tirándome de los pelos

He sido infiel. Por primera vez en mucho tiempo. Hacía ya unos cinco años que no cambiaba de hombre y... no he podido evitarlo. Pero el moreno lo sabe, y quizás también sea infiel con él. No os asustéis; estoy hablando de un peluquero. Cansada de ir a una peluquería en pleno barrio de Salamanca donde cada vez que iba me sacaban una parte de riñón y te hacían toda clase de tejemanejes para sacarte otra tajada, cambié de "estilista" (como les gusta a ellos autollamarse). Con esto de la crisis y porque no hay que olvidar que aunque se quiera estar mona, una está en paro, sumado a las recomendaciones de mi amiga del alma, me marché con "otro" para que me cortara mi melena. Bueno, melena no, la verdad porque, aunque los hombres de mi vida insistan en que debería dejarme el pelo largo alguna vez, yo insisto cortándomelo cada día más corto. Por llevar la contraria y porque encontré el corte perfecto. Cómodo y perfecto. Tardo cinco minutos en arreglarlo (o menos) y así paso a otra cosa mariposa. De inspiración sesentera, según mi moreno estoy igualita que ella y porque no decirlo, ¡me encanta! Lo del pelo largo se lo dejo al moreno si tanto le gusta. Basta ya de esclavismos peludos! El pelo corto mola! Eso sí, en invierno se me van a congelar las ideas.

1 comentario:

lovelloux dijo...

(chisssssssssss,yo recién me corté..)