jueves, 4 de septiembre de 2008

Entrevistas

Una anda inmersa en esto de cambiar de curro, de intentarlo sin desesperar aunque a veces no me sale.

Y me salen gotas de los ojos, maldiciones de la boca y pensamientos de “me voy a quedar así pá siempre” de la cabeza.

La alegría que me provoca el recibir una llamada para interesarse por mi, es sólo comparable a la que se siente al comerte un flash de fresa un caluroso día de verano.

Pero la alegría pronto deja paso al nerviosismo, de ahí al pánico y de ahí... al dolor de estómago y a la desesperación.

Vas a la entrevista, te vistes bien (aunque yo siempre lo hago, ja!) sobre todo para que no se te vean los tatuajes, pones tu cara más profesional y te vendes. Te vendes lo mejor que puedes, lo mejor que has hecho en tu vida lo cuentas (excepto lo de ese dibujo tan bonito que tú madre colgó de la nevera cuando tenías 5 años).

¡ATENCIÓN! NO ENCONTRARÁ NADA MEJOR. DE LA MEJOR CALIDAD, ESTUDIADA Y CON EXPERIENCIA, JOVEN Y LISTA, POR POCO DINERO OIGAN, UNA GANGA!

Es el mercado de la carne laboral. ¿Me elegirán? ¿No? ¿Por qué no? ¿Cuántos habrá como yo? ¿En qué habré fallado? ¿Habré dicho algo mal, demasiado bien? ¿En qué me diferencio de los otros? ¿Qué tienen que yo no tenga? ¿Qué hacen? ¿Qué no hacen?

¿Cómo hacerles entender que yo soy la persona indicada?
Qué luego hay mucho loco/a!!

De momento, espero ahora las llamadas de teléfono como si fuera a llamar el novio.

Menos mal que no se me olvidó ponerle perejil a mi San Pancracio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

nena preciosa,
no desesperes, llegará cuando menos modelis tengas pensados..
te mando besos y animos internetianos, los otros te los daré, algún día, ya sabes, cuando consigamos chocarnos somewhere over
the rainbow..
besicosos
sila