jueves, 24 de diciembre de 2009

Odisea canina

Ya se lo que nunca seré: paseadora de perros. A pesar de que pueda, a primera vista, parecer una dedicación cosmopolita y para quien le gustan los perros, perfecta, está muy alejada de la realidad. Ayer bajé a mi pequeño peludo y a la pequeña peluda que vive con mis padres al veterinario. Teniendo en cuenta que Otto pesa 14 kilos y Nica 3, que Nica no puede ver a Otto, que Otto quiere jugar con ella constantemente y que llovía, imaginad el panorama. Llegar fue más o menos fácil, llevando a una en brazos. Desgraciadamente en la veterinaria todo empeoró. Nica odia ese sitio, mientras que a Otto le emociona ir de una forma exagerada teniendo en cuenta que siempre le pinchan. Pero él es así. Para más complicaciones había gente en consulta. Nica nada más ponerla en el suelo de la recepción se hizo pis. Y Otto hizo pis encima. Nica se hizo caca. Gracias a dios Otto no se dió cuenta. Entró otro perro, con quien Otto quería jugar a pesar de que le gruñía (no es momento de juegos para ningún perro) y Nica ya tenía que huir de dos. Cuando entramos a consulta, mientras Otto se comía todas las porquerías del suelo, Nica se quejaba de todo (tiene 13 años). Pero en cuanto la pincharon y cambiaron de lugar ambos canes, la pequeña bicha no paró de ladrar. Otto se quería bajar de la mesa y 14 kilos cuestan mantener en alto, con un problema de caída de pelo y un abrigo negro, podéis imaginar. Y la de 3 kilos seguía ladrando. Una pasta después, salíamos del veterinario, lloviendo a cántaros. Yo con mi abrigo negro lleno de pelos y con olor a pis del larguísimo pelo de la pequeña ladradora (es un yorkshire). Otto no soporta la lluvia, así que se negaba a moverse e iba a tirones. Fueron los 500 metros más largos de mi vida. Pero no acaba allí. En casa de mis padres para dejar a Nica, pasó lo siguiente:
- Nica empapada necesitaba que la secaran el pelo.
- Se lo seco.
- El pelo le huele a caldofran y decido que, llegados a este punto hay que sacrificar la belleza por la limpieza. Cojo unas tijeras y la corto el pelo.
- Mientras, Otto se bebe el agua de Nica. Lo llena todo de agua.
- Otto vomita el agua de Nica.
- Limpio el agua y el vómito.
- Nos vamos. Otto vomita en el portal.
- Limpio el vómito.

Al llegar a casa, tengo un abrigo lleno de pelos y que huele a pis, una caja de vitaminas de 20 euros para el can  y una sensación de odio hacia los perros. Para calmar los ánimos, el moreno me dice que se le ocurrió que igual necesitaba ayuda, pero que finalmente decidió quedarse en casa.
AGGGGGGHHHHHHH!!!!!!!



 
PD: Pongo fotos de bebé para recordarme que luego crecen y que dejan de ser tan monos.

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