miércoles, 18 de marzo de 2009

Un reflexión

Estoy cansada de ser mayor, de que todo sea tan díficil o directamente no sea. Cansada de no parar de oir la palabra crisis cada vez que se abre un periódico o se enciende la televisión. Cansada de que parezca que el soñar es imposible en este mundo, porque la realidad es que el miedo por hacer las cosas que nos hacen feliz nos supera. ¿Quién es feliz realmente? Ya se que la felicidad es un estado transitorio, es inviable ser feliz siempre pero ¿tan poco? Luego oyes que la gente que vive en África es mucho más feliz que nosotros. No lo creo. Yo añoro los años en que mi mayor problema era de matemáticas. Aunque reconozco que muchas veces he sufrido mucho (más de lo necesario, seguro) porque la mala gente también ha sido pequeña. Y quien es así lo sigue siendo. Me considero una buena persona: pago mis impuestos, mi alquiler mensualmente, intento ayudar a quien está cerca, dejo mi sitio a las ancianas y embarazadas en el metro, llamo a mis amigos, recojo las cacas de mi perro, no molesto a mis vecinos... Y sin embargo parece que el mundo no está hecho para quienes hacen las cosas bien. ¿Para que merece la pena portarse política y socialmente correctamente? De repente un día te das cuenta que los que te rodean a veces no son así y te las llevas dobladas. ¿Y todavía te sorprendes? La vida es así. En realidad vivimos en comunidad, todos bien juntitos, y luego cada uno va a lo suyo, a sus intereses. Es la oda al egoismo. Y si sólo fuera eso... Pero no, también es la de la envidia, la del "si me jodo yo, tú también", la del "a mi me la suda"... Luego todos damos caridad a los niños que se mueren de hambre y es muy fácil ser amables en determinadas circunstancias, pero ¿y el resto del año qué? Todos vamos por la vida que nos han impuesto cerrando los ojos cuando las cosas nos dan miedo como si eso nos fuera a salvar de algo, cuando en realidad solo hace que nos tropecemos más. Quizás más que cansada, me siento enojada y derrotada. La vida en realidad con sus millones de cosas buenas, se ve ensombrecida por dos, tres, cuatro cosas malas pero... tan básicas que joden. De pequeño te dicen que de mayor seas una buena persona, que des las gracias, que no des patadas, que empatices con la gente, que estudies lo que te hace feliz... ¿Por qué parece que cuando te haces mayor ya no vale eso? Cuando eres mayor ya puedes putear a los que tienes cerca, no hace falta que pagues, no puedes hacer lo que quieres sino lo que tienes que hacer que es trabajar (si tienes esa suerte), tener muchas deudas para que estés bien agarrado y tener hijos para que les digas que deben ser buenas personas, que den las gracias, que no den patadas... Quienes me conocen saben que de forma habitual soy alegre, de naturaleza optimista, algo hipondriaca, pero en general de talante feliz. El problema surge cuando me pregunto para qué sirve ser así y empiezo a envidiar a quienes son fríos, cortantes y bordes. A veces es que hablo demasiado, doy más explicaciones de las necesarias, como ahora, que simplemente debería decir que estoy cabreada y punto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen texto.
A ver si con la excusa de la llegada de la primavera y el buen tiempo vuelves a sonrerir.
Estupendo blog