domingo, 14 de febrero de 2010

De perdidos al río

Este año de estudio en el que me siento mayor, parece ser práctica del grupo el hacer trabajos kamikaces. Me explico: si el profesor no da unas pautas exactas, te sales por la tangente y haces el trabajo que te da la gana. Dicho y hecho. Lo mejor es que no me da ni miedo, ni vértigo hacer este tipo de cosas. Y se agradece. Será una de las cosas buenas de la edad. Tengo dos trabajos con títulos arriesgados, pero sin desarrollo, esperando, impacientes. Eso es empezar la casa por el tejado. Y un tercero recién entregado con portada perfecta cortesía de la compi firmante y lleno de viñetas de Maitena. Y es que hablando de maternidades y de nuevos roles femeninos no he podido evitarlo. En realidad todos los trabajos podrían perfectamente formar parte de este blog, porque me di cuenta, a tiempo, que mi tono académico es muy poco profesional. Así que... de perdidos al río, estoy haciendo un máster de lo más literario. El moreno flipa muchísimo porque eso en su cabeza de ingenerio no encaja. Sólo espero que entre risa y risa de los profesores, me pongan buena nota. Aunque sorprendentemente ya no es lo que más me importa. Madre mía, cómo se cambia con la edad. Miedo me doy.

4 comentarios:

Ana González dijo...

Jajaja, igual es el máster lo que favorece este tipo de cosas :P

¡A por los que quedan!

miga dijo...

yujuuuu!

miga dijo...

yujuuuu!

Vane dijo...

Ánimo Ruthi, no sabes cómo te entiendo...