sábado, 16 de enero de 2010

Un hombre en la cocina

Ahora el moreno, en su nueva faceta como hombre inpedendiente y feminista, se ha metido en la cocina para demostrar que es una habitación de la que no hay que tener miedo. Aburrido de comer pasta con tomate y vuelta-y-vuelta cada vez que no como (cocino) en casa, ha cogido a nuestro gran amigo (ya es como si fuera de mi familia) Jamie Oliver como profe de cocina y se ha puesto manos a la obra. Y no se trata de algo pasajero, lleva ya varios días haciendo comidas, incluso cenas. Y no cualquier cosa, sino platos con nombre propio como Pollo Strogonov, Rollo de carne, Atún con aliño... Todo muy rico y muy cómodo: yo mientras sentada en el sofá leyendo, aunque al principio requería de mi presencia, ahora sólo me pregunta sobre qué considero yo que es una pizca o un manojo de algo. Y es que es lo que pasa cuando un ingeniero se mete en la cocina, y empieza  a llamarlo su Laboratorio de Recetas, y cada vez que cocina tarda una o dos horas, se prepara una copa de vino (que al final son cinco) y se desespera cuando el orégano que tenemos es seco en vez de fresco como dice el recetario (la biblia). Y es que todavía no ha entendido que la cocina tiene más de arte que de ciencia exacta y que la improvisación forma parte del encanto. Lo peor de todo esto es que ahora a mi me toca quitar la mesa y meter los cacharros en nuestro paradigmático lavavajillas. Pero la verdad es que esto del homo novo es todo un descubrimiento, mola y lo recomiendo.

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