Así se titula una canción de Chavela Vargas que adoro por su desgarro y sentimiento. Y así soy yo. Una llorona. Y no es que esté todo el día llorando como alma en pena sino que cualquier sentimiento que tengo tiene esta húmeda consecuencia. Ya sea porque me río, ya sea porque soy muy feliz... lloro. Por supuesto, siendo mujer lloro cuando discuto (nuestra arma arrojadiza) y también, como cualquier mortal, cuando estoy muy triste. También cuando algo me cabrea mucho. Puesto que soy así y que lo asumo ya que es completamente espontáneo, igual que ponerme roja como un tomate cuando a mi tez le da la gana, soy una firma defensora de llorar siempre y cuando exista una razón que lo justifique. No vale llorar por todo, porque entonces pierde el sentido, como decir mil veces la palabra monja-jamón-monja-jamón... ¿ves? En los reality show se llora mucho, ellos y ellas (definitivamente se ha terminado aquello de los niños no lloran) y siempre, desde mi posición de llorona, me he preguntado el porqué. Te dicen que porque "dentro" se magnifican las cosas. ¿Y fuera? Qué hay más grande que lo que te encuentras aquí: crisis, guerras, antiabortistas, maltratadores, asesinatos, paro... Sinceramente, preferiría quedarme dentro y llorar por llorar ajena a todo.
Cómo pasar una tarde entre amigos o Taller de Repostería en la Cocina de
las Maravillas
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Parece que merendar es de niños. ¡Pues no! Merendar es de todos los que les
suenan las tripas a partir de las 17 de la tarde. Y eso reivindicamos en el
últ...
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