martes, 27 de marzo de 2007

De mayor quiero ser... Martha Stewart!

Ella sabe cómo hacer que una simple (pero de calidad) servilleta parezca un conejito.

Ella conoce todas las técnicas para hacer galletas rosas para las girls-scouts, de genjibre para cuando recibe a sus compañeras del club de bridge, de café para su cansado marido...

Sus gatos no sueltan pelo porque ella conoce los trucos para que nada parezca real.

En su casa no hay polvo.
Cada detalle lo ha creado ella misma con sus manos: las orquideas que conjuntan a la perfección con las cortinas del salón; el plato para dejar las llaves del Mercedes de Mr. Stewart; la tarta que siempre decora el saloncito de té...


En una casa a las afueras, en Conectica (pudiera ser en la televisiva Wisteria Lane), un grupo de mujeres se reune cada miércoles para ver el programa de esta mujer americana de pelo rubio, camisa azul y pantalón beige, una mezcla de la Preisler en versión práctica y el vasco de Bricomanía.
La perfecta esposa, madre (y supongo que amante), cocinera, jardinera, excelente vecina y mejor empresaria que vió, cual visionaria, el negocio en ese grupo de amas de casa americanas con mucha pasta que no tenían otra cosa que hacer más que pensar en cómo matar al marido y tener la casa inmaculada por si venían visitas inesperadas.


Bree Van de Kamp (una mujer desesperada) es su mejor imitación hasta el momento.


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