Una de las cosas que ha traido el año, junto con los regalos de los Reyes más majos, el ácido úrico por las nubes y el frío invernal, han sido las promesas. Esos planes de futuro (redundo con conciencia, tranquilo Dragó) para este 2009 que se presenta nuevecito y sin estrenar.
Entre mis promesas se encuentra una que empezaba hoy: yoga dos veces por semana. Y voy a ir.
Lo juro.
Bueno, lo prometo.
Vamos que voy seguro.
Salvo que pase algo. Importante. Algo.
No! Sin excusas! Mi máxima motivación es haber pagado tres meses por adelantado (anda que no son listos los yoguis) y la falta total de descordinación de mi cuerpo, junto con mi dolor de espalda crónico.
Pues bien, hoy fui a mi primera clase y soy alumna destacada. Por lo mal que lo hago. Menos mal que la profa dijo que nada de competiciones que si no...
Pues sí, soy el mejor ejemplo para todas de lo que NO se debe hacer. Y es que mis músculos y huesos tienen vida propia y mi cerebro perdió la batalla hace tanto que no sabe cómo decirles que se muevan.
Además creo que no tengo diafragma, que yo nací sin eso, y esa es una de las causas por las que no respiro. Porque para quienes no lo sepan, mi padre y yo somos dos seres especiales que nos mantenemos sin respirar. Habitualmente no lo hacemos sin darnos cuenta pero a veces que nos percatamos del extraño poder, nos entra la ansiedad y no hay forma de recuperar el aire que nos sale de los pulmones o meterlo, no se. El caso es que como soy así de rarita, cuando a mi me dicen que meta el diafragma, yo meto la tripa. Que me dice que estiro las cervicales, pues yo... no hago nada. Bueno yo no, mi cerebro que no hace lo que debe: mandar.
Sin yo saberlo me he pasado casi 30 años moviendo las cosas que no debía. Por eso nadie quería bailar conmigo en las fiestas de fin de curso; por eso nunca he podido hacer esa cosita graciosa con la lengua; por eso beso al revés y ando raro; parezco un brontosaurio por las cervicales salidas de mi cuello y cuando el moreno me dice "dame la mano" yo le doy el pie que es más sano.
Hasta haciendo chistes ando descoordinada.