lunes, 10 de noviembre de 2008

De perros y hombres

Cada día estoy más convencida que las personas que tenemos perro nos convertimos en una especie de secta, en la cual sólo nos entendemos nosotros y los que no pertenecen a ella, nos miran raro. Y no me extraña.

Nuestro momento “congregación mística” la tenemos los sábados y domingos por la mañana en el parque, bien prontito, que parte de nuestra religión es que los fines de semana también hay que madrugar. Ese es el momento en que, mientras nuestros canes se huelen entre ellos, corren y hacen cosas de perros, nosotros desplegamos toda nuestra sabiduría perruna, intentando compartir enseñanzas, fardando o simplemente porque entablar amistad en el mundo de hoy es cada vez más difícil. Nuestras conversaciones van desde los piensos hasta la política exterior, abarcando tantos temas como nos permitan los perros (unos quieren montar a la pobre labradora que huele tan bien, otros comerse el vómito de Otto, otros se dispersan y se van de excursión, algunos se obsesionan con la pelota…). Cada uno en su estilo, reconozco que es verdad que o los perros se terminan pareciendo a sus dueños o viceversa. Por supuesto Otto y yo nos parecemos en simpáticos (yo tengo nariz y no ronco todavía) y en que a veces nos duele la tripa. Sigo siendo más sibarita que él para comer (para Otto lo más delicatessen es una caca, yo prefiero el foie) y lo de oler a la gente no lo llevo bien.

Sin embargo si jugáramos entre todos los de la secta a adivinar a quien pertenece cada perro, ciertos rasgos nos delatarían.

El dueño del Mastín Tibetano es también grande y lleva barba.
El del Bull Terrier es un macarra de barrio fuertote.
La dueña del Teckel es refinada.
El dueño del Golden que ladra mucho, habla también mucho.
Y así… todos.

El moreno acaba de descubrir que Otto es más listo de lo que parece y como padre orgulloso no hace más que demostrar a todo aquel que sube a casa q si le pides la pelota (a Otto claro), la trae; que si le dices que se aparte se aparta y que si le dices que te de un beso, te da un lametón.

Cosas de perros (y algunos humanos).

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