jueves, 26 de junio de 2008

The people next door

Un millón de cucarachas.
Huevo podridos contra el cristal.
Rotura de ventanas.
Basura en su puerta.
Ruido molesto tipo zumbido en la pared de su dormitorio.

Estas son algunas de las cosas que se nos han ocurrido que podemos hacerle la “adorable” vecina que tenemos enfrente. Una vecina que a pesar de llevar seis meses avisada de que su aire acondicionado molesta (no solo a nosotros) por el ruido y por el aire que suelta, no hace ni p*** caso. ¿Para qué? Ella alega que debe de estar a gusto en su casa, que para eso trabaja mucho y a nosotros que nos den, que debemos de trabajar menos y no nos merecemos el capricho de que no nos molesten en la casa que debe de pensar nos regalan. Speech tan absurdo no había oído en mi vida para justificar una actitud del todo incívica. Si quieres vivir como a ti te da la gana, te vas a una cueva en la montaña y punto. Pero si por desgracia el ser humano (o lo que sea ella) le ha llevado a residir en una p*** comunidad... te jodes y apagas el p*** aparato.

Y es que los vecinos son esos seres que viven contigo y no son diminutos precisamente.
Hay diversos tipos de vecino:

-Los invisibles, que nunca sabes donde están.
-Los ruidosos, ya sea por bebés, adolescentes, parejas en celo o señoras sordas como tapias.
-Los cordiales, son los únicos a los que puedes pedirles un poco de azúcar y no te miran mal.
-La portera, todo lo sabe, todo lo ve. Cuidado con ella.
-Los tocapelotas, esos que se meten en los que no les llaman, les molestan cosas absurdas del tipo “de tu aire acondicionada cae una gota de agua sobre un azulejo de mi terraza y me molesta”, “tus ventanas están sucias y eso perturba mi mente”...
-Los hijos de la grandísima madre que los parió. No todo el mundo los sufre, no todo el mundo tiene la suerte de convivir con uno. Nosotros la tenemos.

Si los insultos y gestos obscenos mataran, ella estaría criando malvas hacia mucho tiempo, pero hasta ahora no he conseguido que mis maldiciones surtan efecto alguno.

La odio, la odio con todas mis fuerzas... pero nada. No sirve de nada. Sigo pasando calor (quizás más porque el odio me recalienta), me sigo deprimiendo y nada.
Sencillamente nada. Da igual que este denunciada en el ayuntamiento, da igual que yo llame a mi casero todos los días para quejarme, da igual... porque ella, esa zorra malnacida, sigue poniendo el p*** aire de los coj****.

No soy social, soy cordial. No me pueden pedir más. Yo no puedo exigir menos.

Por favor si alguien conoce una maldición gitana que funcione que me lo diga. Estoy desesperada y tremendamente acalorada.

(Será puta...)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nena, los espejos mirando hacia ella, con la malvada-bruja-gorda que vivía debajo nuestro funcionó... Lo cierto es que los que vinieron luego eran peores, pero de la malvada-bruja-gorda no hemos vuelto a saber.

¡¡mucho zen!!

Anónimo dijo...

zen y lavado de boca nena!
pero sí, ya sabemos lo frustrantes que pueden ser l@s vecin@s no?
denunciala a la oficina medioambiental?!
besitos
sila