sábado, 4 de septiembre de 2010

A veces... sobran las palabras

Cuando no estás casada, pero como si lo estuvieras, es complicado presentar a:
¿tu pareja? Pueden pensar que eres lesbiana, encima llevando el pelo corto es poner muy fácil los tópicos más tontos.
¿novio? Cursi, de instituto o "tuto".
¿éste? Despectivo, igual después de esta presentación estás soltera.
¿el que vive conmigo? Confusión con un compañero de piso.
¿mi amor? Ñoño y raro.
¿el futuro padre de mis hijos? Y él sale corriendo.

Yo he optado por marinovio, un mix gracioso pero con el que mi chico no empieza a hiperventilar.
Otra cosa son los motes cairñosos, otro tema complicado. Yo, como he tenido parejas un poco... "escasas románticamente hablando", no he sido la costilla, ni la cari, ni la gordi, ni la churri, ni la faraona, de nadie (qué casi que mejor, la verdad).

Un caso extremo son mis padres que se llaman cuqui estén donde estén. ¿Qué mi madre está en el otro extremo de la planta de un centro comercial? Pues lo nombra sin verguenza para que mi padre atienda a su llamada. El problema: en alguna ocasión varios hombres han girado la cabeza.

Otro caso: como yo llamo aqui a mi marinovio, le nombro como mi moreno hubo quien pensó que era mulato o negro.

Ahora, mal que le pese, le llamo (estemos donde estemos) carichuchurri, que engloba lo más de lo más peor de todos los motes cariñosos que he conocido. Creo que no le sienta muy bien porque él siempre me responde al mote con chorlimonguer, lo cual me mosquea. Pero yo sigo erre que erre. Sobre todo si puedo gritarlo en medio de un centro comercial. Y que la gente se gire para mirarle a él y se rian. 

4 comentarios:

La abajo firmante dijo...

Tendrías que meterte a guionista, pequeña. Eres grande.

Miriam dijo...

Jaja, pues me ha encantao esto de los nombrecillos...

Anónimo dijo...

Grande, grande.
Helena M.

Ari dijo...

A mi siempre me ha gustado la palabra compañero