sábado, 5 de septiembre de 2009

Escribiendo con la chaqueta puesta

La primera noche que, después de un largo y caluroso verano en la ciudad meseteña, tu cuerpo siente un escalofrio de felicidad al sentir el aire fresco, es revitalizador. Es un fresquito agradable que con la ayuda (por fin!) de una simple sábana hace que tu sueño sea reparador, no tortuoso.

Parece que el verano da sus últimos coletazos. Otra vez se inicia el curso y aunque da un poco de vértigo por la cantidad de nuevos proyectos y la facilidad por procrastinar, el invierno ya se olfatea. ¿Cuándo caerán esas deseadas gotas?

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