Una de dos. Así es Otto. Nuestro "bebé". Vale, asusta un poco llamarle así pero me hace gracia ver cómo le tiembla el ojo a mi moreno al escucharlo.
Fue antes de lo pensado... el parto se adelantó... Bueno, no. Realmente, la Campaña Properro fue corta y no necesite hacerle muchos favores sexuales al moreno para convencerle de que NECESITABAMOS un perrito.
Él eligió: bulldog francés y macho.
Él se encargaría de la partida lúdica y yo de las cacas y lo pises.
La realidad: los dos estamos sumergidos en cacas y pises, es imposible escapar a ellos.
Todavía no he descargado el book monográfico que le estoy haciendo a este monstruo que ahora ocupa una buena parte de nuestra vida, salón y corazón. Por esa razón no podeis verle todavía pero os hago una breve descripción:
Otto tiene tres meses y ya pesa 7 kilos.
Es como una croqueta.
Con una barriguita redondita y unas patas anchas.
Sus andares son como los de un niño de dos años, destartalados.
Tiene carita de pena y su nariz casi no se ve, como si alguien se la hubiera metido para dentro.
Sus ojos son fiel reflejo de sus pensamientos.
Es como un cerdito: ronca, y respira muy fuerte.
Se tira pedos y eructa (en eso ha salido ha su padre).
Le da tanta alegría vernos cuando llegamos que se pone tan nervioso que no sabe que hacer salvo darte tantos lametazos como de abasto su lengua.
Tiene muy pocos dientes y su boca parece la de un bebé o la de un anciano.
Se muere de miedo en la calle pero en cuanto ve a un niño se quiere ir a jugar con él.
Todavia no pilla el concepto de "bajar a la calle" pero ya hace pipi en unos papeles de la cocina.
Nunca ladra.
Ve la tv.
Y mira al infinito preguntándose ¿para qué estamos aquí?
La pregunta siempre se responde con una caca o un pis.
Es la alegría de la huerta.
Dura cinco minutos despierto. Juega y se duerme. Juega y se duerme.
Es una auténtica monada (y una fábrica de cacas y pises). Una cosa no quita la otra, claro.
Luego os lo presento.
Ah! Y es rubio.